El árbol:
El árbol es el centro del mundo, el eje fundamental que mantiene el orden. El tronco se yergue desde la tierra al cielo, conectando lo mundano con lo divino, lo material con lo espiritual, lo consciente y lo inconsciente; el puente que equilibra los polos de la existencia. El árbol es símbolo de crecimiento y desarrollo, de la potencia creativa de la naturaleza, la capacidad de lo diminuto (semilla) de generar lo grande (árbol). El árbol representa la vida y la sabiduría. Llenar de creatividad nuestra vida, creciendo con sabiduría y equilibrio son los pilares de todo cuanto hago en Insperimentando.
Hojas (El Roble):
El roble es un árbol noble, su longevidad y su tamaño lo convierten muchas veces en el árbol rey, como árbol nos transmite fuerza, firmeza, sabiduría. Es un árbol generoso que da a la tierra más de lo que coge de ella generando riqueza y abundancia en torno a él. Ha sido centro de reunión y de encuentro humano, centro en el que se daba la palabra o bajo el que se hacía juramento. Es un árbol que siempre ha estado ligado a los grandes dioses, como júpiter, pero sobre todo el roble ha sido sinónimo de puerta, en el calendario celta representa el fin y el comienzo de un nuevo ciclo, simboliza la posibilidad de repetir de nuevo el círculo o transcender y acceder a una nueva realidad; era un árbol sagrado y por ello su madera se utilizaba para alimentar los fuegos de las ceremonias de renovación y purificación. Son estos significados (nobleza, sabiduría, generosidad, re-unión, encuentro, puerta, sacralidad, renovación y purificación) los que han hecho que escoja este árbol como imagen para las actividades que genero.
Ramas:
Son el intento del árbol de abarcar el cielo, giran y se tuercen abriéndose camino hacia la luz y por ello representan la transcendencia, la apertura y expansión hacia la claridad; junto al tronco y las hojas forman la parte visible del árbol y simbolizan el mundo consciente, lo que vemos y sabemos de nosotros mismos, aquello que mostramos a los demás.
Raíces:
Son la parte no visible, el mundo interno oculto, el inconsciente. Las raíces son la base, los esquemas que funcionan silenciosamente y que sostienen y generan todo el mundo visible, son la forma en la que nos relacionamos con el mundo, nuestra unión con él.
La herida:
Las heridas son el precio del vivir. Signo de dolor y sufrimiento como dimensión de la realidad y parte de la vida, tan importante como el placer, como el esplendor de las hojas y las flores. La herida es una apertura hacia el interior, un mirarse que nos permite tomar consciencia de nuestra situación vital y, bien atendida y sanada, desemboca en crecimiento y madurez. La realidad del sufrimiento abre el camino de la liberación.
Punta de la pluma:
La punta de la pluma se sitúa en la superficie, en el contorno del mundo, la delgada línea en la que se unen la parte visible e invisible de nosotros, representa la unión entre consciente e inconsciente a través de la escritura, herramienta central en mi quehacer y que exploro, utilizo y difundo como forma creativa y sanadora de des-cubrirse y re-conocerse. Como pluma simboliza además la posibilidad de dibujar, de escribir la historia de nuestra vida, una historia que vamos escribiendo día tras día sobre la superficie de este hogar llamado Tierra, nos convertimos así en autores de nuestra novela, en agentes activos, abiertos a la experiencia de ser co-creadores de la realidad.